LEB Oro

WILL FOSTER, EL GIGANTE QUE NO PUDO CONQUISTAR PUMARÍN

El pívot estadounidense de 2,26 metros, pasó tres semanas en el Oviedo Baloncesto durante la pretemporada de la mágica campaña 2012-13 en la que el cuadro carbayón terminaría por lograr el ascenso a LEB Oro. No convenció al cuerpo técnico pero hizo historia en el baloncesto asturiano.

Corría el mes de septiembre del año 2012. Un mocetón norteamericano llegaba al aeropuerto de Ranón sorprendiendo a todos los presentes por su increíble estatura. Su nombre era Will Foster (07-03-1988) y el motivo de su presencia en Asturias era que había sido fichado por tres semanas por el Oviedo Baloncesto para cubrir la lesión de otro jugador interior, el guineano Cheick Seydou Condé.

 

El jugador natural de Bonney Lake, en el estado de Washington, no solo dejó boquiabiertos a los ciudadanos de Oviedo con sus 2 metros y 26 centímetros, cuando paseaba por la capital del Principado, en plenas fiestas de San Mateo, sino que llamó la atención de todos los medios de comunicación deportivos de España.

 

No en vano, Will Foster pasaba a ser el jugador profesional más alto de la historia del baloncesto español, por delante de otros gigantes como el ex NBA Ralph Sampson (2,24), Nedžad Sinanović (2,20), Remon van de Hare (2,20) o Roberto Dueñas (2,19). Únicamente el británico Neil Fingleton superaba a Foster, gracias a sus 232 centímetros, aunque había jugado en el CB Illescas de Liga EBA, una competición considerada amateur.

 

Formado en el White River High School de su localidad natal, donde logró unas medias de 17,5 puntos y 14 rebotes, Will Foster venía de pasar sus cuatro temporadas universitarias en las filas de Gonzaga, siendo el jugador más alto de su historia. Sus promedios en la NCAA fueron verdaderamente discretos, aunque hay que precisar que los Bulldogs eran uno de los mejores equipos universitarios en esa época, participantes asiduos en el Torneo Final, incluso alcanzando los Sweet Sixteen en la campaña 2008-09, cuando fueron eliminados por el futuro campeón, North Carolina, por el resultado de 98-77.

 

Además, Foster tenía por delante en su posición al canadiense Robert Sacre, que ocupaba el puesto de center en el equipo titular. Otros compañeros ilustres del protagonista de nuestra historia en esas temporadas fueron Jeremy Pargo, Micah Downs (ex Burgos y Manresa), Josh Heytvelt, Derek Raivio, Austin Daye, David Stockton, el canadiense Kelly Olynyk o el alemán Elias Harris.

 

Will Foster disputó un total de 76 encuentros en su etapa en Gonzaga, tan solo 2 de ellos como titular, con unas medias globales de 1,4 puntos, 1,6 rebotes y 0,7 tapones en poco más de 6 minutos por partido.

 

Pese a todo, la torre de Washington salió satisfecha de su rol de especialista en una universidad del nivel de Gonzaga. “No voy a mirar atrás y lamentarme”, decía Foster al Seattle Times al final de su última temporada en Gonzaga, aunque precisaba con algo de amargura: “tampoco voy a decir que han sido cuatro años maravillosos”.

 

En el curso 2011-12, tras hacer la pretemporada con el CB Peñafiel luso, pasó por la G League, la liga de desarrollo de la NBA, vistiendo las camisetas de tres conjuntos: Idaho Stampede, Sioux Falls Skyforce y Rio Grande Valley Vipers. En total disputó 24 encuentros con unos promedios de 4,7 puntos, 5,5 rebotes y 2,5 tapones.

 

Tras pasar por los Leones de Santo Domingo de la LNB dominicana en el verano del 2012, en septiembre Will Foster aterrizaba en Asturias con el objetivo de convencer al cuerpo técnico encabezado por Guillermo Arenas, de que podía tener un hueco en la plantilla de un Oviedo Baloncesto, que se aprestaba a comenzar su tercera temporada en la LEB Plata.

 

La baja del lesionado Cheick Seydou Condé le daba una oportunidad que aumentaba ligeramente si consideramos, que el conjunto ovetense tan solo contaba con un jugador extracomunitario, el canadiense Will Galick. El estadounidense Will Hanley, que firmaría una temporada extraordinaria al punto de ser el MVP de la liga y fichar al final del ejercicio por el Valencia Basket, no ocupaba plaza de extracomunitario al contar con pasaporte irlandés.

 

Guillermo Arenas parecía entusiasmado con su nuevo pívot a tenor de lo que declaraba por aquel entonces el técnico carbayón al diario Marca: “Todo depende de él. Con esa altura tiene todas las condiciones pero dependerá de su trabajo y de su aclimatación. Adaptarse a lo nuevo no es fácil para ningún jugador y para alguien tan especial, menos”.

 

Por su parte, el interminable center se mostraba ilusionado e incluso ambicioso ante las posibilidades que le ofrecía el basket español: “Me gustaría poder jugar en LEB Oro o en la ACB, pero de momento estoy en Oviedo y muy contento”.

 

No lo hizo del todo mal Foster en ese equipo, donde se juntaron hasta tres jugadores llamados “Will”, pero no fue suficiente para que se ganara un puesto en el OCB. Pese a partidos como el jugado ante el Leyma Coruña de LEB Oro (59-78), donde Foster fue el jugador más valorado con un buen repertorio de mates y tapones, y a todo el revuelo mediático creado a su alrededor, al final se optó por prescindir de un jugador que decían que no marcaba diferencias en la zona y que no era lo que necesitaba el equipo.

 

Esa misma temporada (2012-13), Will Foster volvió a la G League para repetir con los Sioux Falls Force y defender los colores de los Maine Red Claws. Con los primeros jugó hasta 30 encuentros acreditando 3,4 puntos, 4,7 rebotes y 2 tapones por partido, mientras que con los Red Claws tuvo una presencia puramente testimonial en los 3 partidos en los que apareció.

 

 

Otra de sus aventuras en el mundo del baloncesto le llevó hasta Japón, en concreto, para actuar con el Tokyo Cinq Reves, pero la carrera profesional de Foster no dio para mucho más.

 

En su corto paso por Asturias dejó una impresión de tipo afable, siempre dispuesto para hacerse fotos y firmar autógrafos. Oviedo le había encantado al bueno de Will, que afirmaba que: “es una ciudad muy bonita, rodeada de montañas y con muy buenas verduras y café, que a mí me encantan”. Eso sí, se quejaba de un problema muy habitual para los “techos” del baloncesto: “Tengo una cama pequeña y mis pies cuelgan bastante, pero ya no es un problema. Me ha pasado muchas veces antes”.

 

Fue una pena que no pudiéramos disfrutar más de él en Pumarín, o al menos poder verlo con otro equipo. Hace ocho años aún se estilaba el jugador estadounidense al que se le exigían 15-20 puntos y 8-12 rebotes por partido. No estaban tan de moda los tipos especialistas como en el basket actual. También es justo recordar que la temporada 2012-13 terminó con el histórico ascenso a LEB Oro de un Unión Financiera Asturiana Baloncesto Oviedo que pasó a ser leyenda y donde al cierre del ejercicio nadie echaba de menos a nuestro protagonista.

 

Si hubiera sido hoy, quizás Will Foster hubiera tenido su oportunidad. Le hubiera encantado descubrir que, Oviedo tenía mucho más que ofrecer que buenas verduras y café.

 

(Artículo: F. Gayo/Fotos interiores: Oviedo Club Baloncesto y Seattle Times)

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