Al final prevaleció la cordura y los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, que no cambian dicha denominación, se celebrarán el próximo año a causa de la pandemia provocada por el COVID-19.

Ayer se comunicó la decisión acordada por el Comité Olímpico Internacional (COI) tras la petición formulada por el Gobierno japonés, representado por su primer ministro Shinzo Abe.

Un día antes el propio COI había comunicado darse un plazo de 30 días para tomar una decisión definitiva sobre los Juegos de la capital nipona. Había cuatro escenarios posibles, toda vez que se había descartado de forma unánime la posibilidad de cancelar los Juegos. Estas cuatro posibilidades eran las siguientes: aplazar los Juegos hasta el 2022, retrasar los Juegos hasta octubre o noviembre del presente año, reducir la duración de los Juegos (opción también muy impopular) o aplazar los Juegos hasta el 2021. Un día después el COI se desdecía a sí mismo, demostrando que no tenía las cosas nada claras.  

Finalmente el COI  ha optado por un aplazamiento de los Juegos para el próximo año, forzado por los acontecimientos con una pandemia de imprevisibles consecuencias tanto en tiempo como en alcance geográfico. Otro de los problemas más importantes que afrontaba el máximo organismo olímpico era la disputa de los Torneos Preolímpicos de muchos deportes, entre ellos el baloncesto masculino. De hecho, tan solo el 57% de los aproximadamente 11.000 deportistas que tienen prevista su participación en Tokio, tenían asegurado su billete para la cita japonesa.

En los últimos días los comités olímpicos nacionales de diversos países como Canadá, Noruega, Australia, Brasil o Austria ya habían manifestado su decisión firme de no enviar a sus atletas a competir en los Juegos si estos se celebraban en el presente año, fueran cuales fueran las condiciones. Una iniciativa a la que estaba previsto que se sumasen muchos más países y que ha sido otras de las causas que han obligado al COI a ceder en su arrogante postura inicial.

(Noticia: F. Gayo)