EL DECÁLOGO DE UN BUEN CAPITÁN
“Un buen capitán a veces no puede evitar que su barco se hunda, pero ha de hacer todo lo posible para evitarlo”.
A raíz de los últimos acontecimientos sucedidos en un club vecino de otro deporte, creo que como oviedista, ovetense y “colaborador”, llámenlo como quieran, mi deber no es otro que referirme en estas palabras a quien considero un ejemplo de liderazgo, tanto dentro como fuera del Unión Financiera Baloncesto Oviedo.
Un buen capitán a veces no puede evitar que su barco se hunda, pero ha de hacer todo lo posible para evitarlo. Una mínima corrección a una frase que últimamente está dando muchas vueltas por los diarios y tertulias del Principado. Un pequeño borrón y una diminuta corrección que bien podría haber causado sensaciones completamente diferentes en una afición con disparidad de opiniones. Un tachón que bien habría supuesto más adeptos a la causa.
Una causa que, en muchos otros deportes, bien podría ser tachada como innoble. Querellarse contra un símbolo de una institución como es su capitán es algo que no siempre gusta en los titulares y menos en las directivas. A pesar de ello, he de decir que hasta cierto punto lo entiendo, pero no es contra la cabeza visible del grupo contra quien creo que hay que cargar.
Los culpables de esta situación son los que desde dentro han dejado de inyectar el oviedismo en vena a todos los jugadores. Cada vez que un fichaje llega al Oviedo Baloncesto desde los primeros compases la directiva desde dentro y la afición desde fuera le hacen entender dónde está y que significa el escudo que defiende. Claro ejemplo de ello es llegar y que al día siguiente tus compañeros te regalen una tarta sin apenas conocerte porque es tu cumpleaños, pequeños detalles que marcan la diferencia.
Ni mucho menos estoy cuestionando la excelsa labor que lleva a cabo la afición del Real Oviedo a la hora de hacer entender a los jugadores donde están, ni mucho menos. El problema viene de dentro, de la espina dorsal del club. Hace falta un señor con dos balones bien puestos que explique paso a paso como es el protocolo a seguir durante toda la temporada, se esté en la situación que se esté, vivos o muertos.
A Dios le doy gracias y espero que así siga siendo por mucho tiempo, de tener a un capitán como mandan los cánones en el Oviedo Baloncesto, Don Víctor Pérez. Gran parte del éxito de este equipo ha estado en la labor silenciosa y que poca gente ha visto pero que el capitán carbayón ha llevado a cabo a las mil maravillas, sabiendo transmitir los valores de una institución forjada en la ilusión y en valores como el sacrificio o la fe.
Y es que capitán no se hace, se nace. Un líder no es escogido, sino que se escoge a sí mismo. No hablo ni mucho menos de autodeterminación, por supuesto que un general ha de contar con el apoyo de sus soldados, pero ha de ser éste quien dé un paso adelante antes de que ellos lo obliguen a darlo.
La capitanía conlleva valor, responsabilidad en todas las áreas de una entidad, bien a nivel deportivo, social o meramente institucional, pero trae consigo deberes. Tareas que un buen capitán siempre ha de estar dispuesto a aceptar. Un buen capitán no es quien luce de manera más portentosa su cargo, sino quien genera en todos los niños una sensación de orgullo inexplicable.
Un buen capitán es aquel capaz de aceptar su rol por encima de cualquier circunstancia, sobreponerse al peso de la camiseta que lleva siempre entendiendo que no es papel mojado con lo que juega. Un buen capitán es aquel que se machaca la mitad de la temporada, se dosifica y llega al momento cumbre siempre dispuesto para jugarse ese último balón que sus compañeros miran con temor, aún a sabiendas de que si falla, le lloverán las críticas.
Un gran capitán también es aquel que sobrepone el bienestar de la entidad a la suya personal y que sabe cuándo ha de apartarse para dejar hueco a las nuevas generaciones. Un sobresaliente capitán es el único jugador capaz de, tras quedar eliminado un domingo, coger un micrófono y levantar de sus butacas a 200 personas sin botar ningún balón, tan solo con sus palabras.
Por todo esto, Vìctor Pérez es un ejemplo de liderazgo, autoridad y responsabilidad. Brindo por muchos más años en los que tras una dura derrota mi capitán, nuestro capitán, sea quien nos haga mirar hacia un futuro prometedor y no un pasado convulso.
(Artículo: Diego González/Fotos: Hugo Álvarez/OCB)