Decíamos en nuestro artículo publicado ayer sábado en Asturbasket, que posiblemente no había mejor liga para el reencuentro con el fútbol de alta competición que la Bundesliga. La liga que más goles ofrece a sus espectadores entre las cinco grandes del mundo del balompié, no decepcionó en una tarde en la que atención deportiva mundial se concentró alrededor de seis estadios alemanes.

Seis estadios vacíos, con el personal justo y necesario, pero que fueron mudos testigos de un total de 16 goles en 6 partidos, una media de 2,67 tantos por encuentro y eso que hubo un choque, el que jugaron Fortuna Düsseldorf y Paderborn, en el marcador no se movió desde el 0-0 inicial.

El de ayer fue probablemente el derbi del Ruhr más curioso de la historia, con las gradas de un estadio tan espectacular como el Signal Iduna Park completamente vacías, sin los más de 80.000 aficionados que suelen llenarlo un día sí y el otro también y que dan ese ambiente tan especial al templo del Borussia Dortmund.

El inicio del partido trajo dudas e imprecisiones por ambas partes, sobre todo por los locales, lógicas y esperadas después de dos meses sin competición y sin haber jugado ni un solo amistoso previo a la reanudación de la competición.

El Schalke se animó a presionar muy arriba dificultando la circulación del balón de los de Lucien Favre. Con el paso de los minutos se fueron soltando los jugadores y el Borussia pasó a dominar en el centro del campo gracias a Julian Brandt.

El primer gol no tardaría en llegar. Contra letal del Borussia con toque de espuela de Brandt para Thorgan Hazard, que sirvió para el joven gigante noruego que definió con limpieza y contundencia para lograr el 1-0.

El gol de Haaland le sentó fatal a los azules, que poco después vieron como se lesionaba Todibo, cedido por el Barça y que tuvo sus más y sus menos con Haaland. El central galo aguantó como pudo hasta el descanso, pero antes de llegar al intermedio el equipo amarillo volvió a castigar los errores del Schalke. Otro zarpazo de los de Dortmund con remate cruzado del portugués Guerreiro (2-0).

David Wagner, técnico visitante, movió el banquillo al descanso con la entrada de Matondo y el ariete Burgstaller, pero no le dio tiempo ni a reorganizar sus piezas, porque otra contra del Borussia conllevaría el tercer tanto de la tarde. Un magistral Brandt habilitó para Thorgan Hazard y el extremo belga batió a placer a Schubert.

Tras el 3-0, el encuentro cayó en una fase más tediosa, acusando los protagonistas el obvio cansancio. Delaney, eso sí, le dejó una caricia a un rival, llevándose la merecida tarjeta amarilla y callando de paso las bocas de los arrogantes pitonisos que vaticinaron que no habría contacto.

Pero aún quedaba el mejor gol del partido. Lo fabricó Haaland, aguantando sin inmutarse las embestidas de su marcador a espaldas de la portería rival. En esta ocasión, desde el centro del campo el ariete nórdico asistió para que Guerreiro, todo un puñal el luso, llegase hasta el guardameta azul para batirlo con un exquisito remate con el exterior.

Quizás se llevó demasiado castigo el Schalke con un 4-0 en una tarde en la que tampoco le salió nada bien. Lo que está claro es que el fútbol ha vuelto y lo ha hecho con buen nivel.

(Crónica: F. Gayo)